Es muy impactante la experiencia de estar ahi sintiendo la energia de tu oponente e intentando proyectar la tuya, el vivir el instante y dejar que el movimiento fluya.
Al salir de la clase y reflexionar un poco sobre esto recordé algo del libro que estoy leyendo: El Lobo Estepario que dice:
Cada vez más irreal iba haciendose la anterior escena, cada vez más increíble que estos ojos hubiesen podio mirar tan desencantados y fijos hace aún pocos minutos, con tanta gravedad y tan terriblemente. ¡Oh!, en esto era Armanda como la vida misma: siempre momento, nunca calculable de antemano. (...) Esta mujer, que me había penetrado tan perfectamente, que parecía saber de la vida más que todos los sabios, se dedicaba a ser niña, al pequeño juego de la vida del momento, con un arte que me convirtió desde luego en su discípulo. Y lo mismo da que fuera todo ello alta sabiduría o sencillamente candidez. Quien sabia vivir de esta manera el momento, quien vivía de este modo tan actual y sabía estimar tan cuidadosamente y amablemente toda flor pequeña del camino, todo minúsculo valor sin importancia del instante, éste estaba por encima de todo y no le importaba nada la vida. |
Espero que con mis clases de Aikido (y exorcisando mi pasado en este blog) vuelva encontrar este camino olvidado del instante.
Les estaré contando.
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