Siempre es una experiencia reveladora.
Después de ordenar mi cuarto y darme cuenta de la gran pila de libros que tengo sin leer (17 en total) tomé la decisión que me iba a sacar de manera rápida y efectiva de ese atraso de lectura.
Empecé a releer "El Espejo en el Espejo" de Michael Ende. Este es un libro de cuentos un poco extraño, de los libros que leido de él el que muestra más influencia de su padre (Un pintor subrealista). Muchos de estos cuentos te dejan con la sensación de un "ahhh?", a pesar de eso hay varios que son hermosisimos, como el que cito a continuación:
Este señor se compone sólo de letras. De muchísimas letras, se entiende, de un número astronómico de letras, pero al fin y al cabo sólo de letras. Aquí está su amiga. Es, como se ve, de carne y hueso. ¡Y de qué carne! Da gusto verla, ¡y no digamos tocarla! Los dos van ahora juntos a la feria. En la góndola y la noria todo va bien todavía. Pero luego llegan a una caseta de tiro al blanco; un tiro al blanco un poco extraño, ésa es la verdad. ¡Pruebate a ti mismo!. puede leerse en grandes letras en la parte de arriba. Y más abajo figuran las reglas. Sólo son tres:
Pero el señor no quiere. - ¿Péro por qué no cariño?¿Qué tiene de malo? Tiene de malo que hay que disparar sobre uno mismo, es decir, sobre la propia imagen reflejada en un espejo de metal. Y el señor de letras no se siente en absoluto lo bastante real para distinguir de una manera tan arriesgada entre sí y su imagen reflejada. -¡O disparas -dice la amiga, por fin, furiosa-, o te dejo! El sacude la cabeza. Entonces ella se va con otro, un carnicero que entiende de carnes y huesos. El señor se queda solo y la sigue con la mirada. Cuando desaparece de su vista en el gentio, él se deshace lentamente en un pequeño montón de diminutas minúsculas y mayúsculas que la multitud pisotea al pasar. La verdad es que para eso podría haber disparado, ¿verdad? |
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