lunes, 27 de septiembre de 2004

Como ya sabrás la vida no es más
que un montón de retazos de tiempo
superpuestos en un fondo blanco (o negro?)

El presente, "esa máquina que convierte el futuro en pasado",
trabaja incesantemente y se alimenta de la energía de nuestro
espíritu.

El viernes intentaste decirme algo, acerca de como se gastan las palabras.
Palabras tan complicadas com Amor, Dios, Libertad, Perfección...
ya casi están vanas, parecen cascarones vacios de antiguos
mecanismos que hacian mover el mundo.

A veces al igual que el sonido, que se degrada con la distancia,
las palabras y su significado pierden su fuerza a través del tiempo
(y del mismo espacio)...
Pero esa difuminación de la semántica tiene un tanto de falacia,
por qué el valor de las palabras depende de quién la dice y quién
la escucha.
Para el oido entrenado (como el de la madre con su hijo), la más leve
alteración del viento es la señal de sendos tambores que laten a lo lejos,
y que gritan mensajes de alegría, alerta, tristeza o melancolía.

La vida no es más que un conjunto
un conjunto de de retazos de tiempo,
superpuestos en un fondo negro (o blanco?)

Como los fragmentos de información que capturan nuestros sentidos
y que son llevados a nuestro cerebro para formar nuestra percepción
del mundo.

Todo el tiempo pensamos que conocemos la Verdad, pero en realidad
no tenemos más que un montón de piezas desordenadas de un gran rompecabezas.

La vida no es más que la agrupación de instantes de tiempo
que se amontonan sobre un fondo gris (o blanco? o negro?)

"La vida es lo que nos pasa mientras pensamos en otras cosas"
dice el haiku japonés.
Es la constante preocupación:
De querer y no poder
De desear y no tener
De estar siempre allí donde no estamos
De estar solitarios en medio de la multidudo, y
Estar acompañados mientras permanecemos solitarios en silencio.

La vida NO es, este rápido correr por el mundo,
ni el no tener tiempo para nada.

Es sentir latir tu corazón, y estar seguros que en la eternidad tiene un eco.
Un eco que se superpone, no una, no dos, sino millones de veces
y que transforma un debil susurro en un grito incontenible
que con su fuerza destruye nuestro pasado, cada vez,
para que en el terreno despejado, sin más preambulos
construyamos el futuro que más nos guste.

la vida no es más
que un montón de retazos de tiempo
superpuestos en un fondo purpura.

Es el correr de nuestra sangre al ritmo de nuestros sueños

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