jueves, 28 de julio de 2005

De paso

Die Schule, 1932 - Edgar Ende

La naturaleza del cambio me es/nos es bastante esquiva. Unas veces se vé tan necesario, tan inminente que no nos queda más que rendirnos a sus deseos y prostiunirnos de la manera más vil ante lo que nos ofrece, otras nos toma por sorpresa, nos vuelve de cabeza, nos comprime, nos estira y hace con nosotros lo que se le viene en gana y cuando nos damos cuenta ya somos irremisiblemente otros.
Durante el último año pasado estuve dándole vueltas a muchas cosas, a mi forma de 'vivir', a mi forma de pensar y demás y me preocupaba tontamente por que creia estar quedándome vacio, sin nada que dar ni como recibir. Le daba y le daba vueltas al asunto y me inventaba ocupaciones tontas para tratar de no dejarle tiempo a la tristeza.
Ahora después de estos últimos meses cuadro a cuadro miro las cosas con optimismo, tal vez con un optimismo demasiado ingenuo, demasiado infantil, ya no me preocupa el vacio, ya cada vez me preocupa n menos el pasado y el futuro y siento un poco como si estuviera en un mundo paralelo viendo todo desde afuera y riendome de todo lo que me pasa y me precupa(ba) y si me siento feliZ y es raro por que es una felicidad interna como un sentirse vivo sin saber por qué y para qué y esta bien y me alegro y no pienso en eso (más de lo necesario).

No hay comentarios.: