Me desperté temprano como de costumbre, así que mientras iniciaba a bajar la marea organicé un tendedero con una cuerda que encontré por ahí, lave un par de cosas, desayuné y me dispuse a caminar.
Gamboa es más grande de lo que había pensado, camino hacia Morro de Sao Paulo tiene otro par de playas y varios hoteles/posadas, que por su infraestructura claramente estaban fuera de mi presupuesto. Al final de las playas hay un montaña con un acantilado que da al mar, hay que pasar entre las piedras un buen trecho y luego pequeños islas de arena hasta llegar a Morro.
Morro es como un Cartagena en miniatura (guardando las proporciones claro esta), la estructura externa es parecida a la del Castillo de San Felipe, esta el puerto y un portón grande en piedra. Entre por el ladito y agradecí mi decisión de haberme quedado en Gamboa, muchos turistas por acá y además, se me había olvidado que lo había leído, hay que pagar un impuesto para entrar; entrando por tierra no se tiene que pagar nada, ja ja.
El centro de la ciudad como lo había leído en wikitravel esta lleno de posadas, literalmente una al lado de la otra, mucho comercio y restaurantes, son el peaje para por llegar hasta las playas.
La primera y segunda playa son dónde se la pasan todos los turistas, son de aguas cristalinas y están encerradas por algunas rocas que hacen que no hayan olas y parezcan piscinas.
En la tercera queda un 'parqueadero' de barcos y varios restaurantes y posadas, menos gente.
Y la cuarta y la quinta son tan pandas en marea baja que a duras penas se puede uno cubrir el cuerpo con agua. Sin embargo son tranquilas y tienen zonas en las que uno puede caretear sin problema.
No se cuando caminé exactamente pero fue bastante tiempo para recorrer desde la primera hasta la última playa, en un momento del paseo pensé en que Morro sin ninguna duda sería un lugar para recomendar para una luna de miel.
Almorcé un plato feito, barato teniendo en cuenta los precios a la redonda, y cuando iba pasando por la segunda playa me encontré con las chilenas que había acompañado el otro día al barco que venía hacia acá. Charlamos un poco y luego yo seguí mi camino pues ya eran las 4.00 de la tarde y la marea estaba subiendo, si me daban las 5.30 y no había pasado los acantilados, iba a quedar atrapado ahí con la cámara y el celular.
Apuré el paso, llegué al puerto y empecé a caminar, no había avanzado cien metros cuando ya tenía el agua casi en las rodillas, la marea sube mucho más rápido de lo que baja; ponerse la mochila al hombre y a caminar lo más rápido que se pudiera, pasé un grupo de muchachos que iba adelante, me encontré con una parejita y les avisé que era hora de empezar a caminar y poco después en un lugar en que el agua me llegaba casi a la cintura por voltear a mirar si la parejita había empezado a caminar, confundí una sombra con una piedra, me tropecé y caí. La maleta se alcanzó a mojar un poco, pero lo realmente triste fue que me raspé la pierna derecha en tres puntos. Pero nada había que continuar, avancé rápido y alcancé a llegar sin problemas a las playas de Gamboa, de ahí para adelante ya no había problema.
Me bañe, me hice las curaciones respectivas y muy sabiamente me refugié en la carpa en la hora de los zancudos. Los zancudos de acá son súper agresivos, desde el interior de la carpa vi algunos, literalmente, agarrarse en el mosquitero e intentar una y otra vez meter su pico entre los huecos de la red tal cual zombies en busca de cerebros.
Ya pasado 'el peligro', me puse un pantalón (por prevenir no más) y fui a buscar comida. Dos pasteles, una guaraná y un jugo fueron mi cena. Compré un par de frutas para el desayuno, volví al campamento dispuesto a ver más capítulos de House y cuando me metí en la carpa, puff quedé descerebrado. Me desperté como a las 2.00, me voltié para el otro lado y esperé a que sonara el despertador.
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